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La era moderna de las fusiones y adquisiciones

Por Juan Carlos Vélez;

Abogado PUCP.

LL.M. y Wharton Business and Law Certificate, Universidad de Pennsylvania.

En el marco de las fusiones y adquisiciones, poco se escribe o conoce con relación a su historia. En vista de ello, y basado en el libro de fusiones y adquisiciones de autoría de Claire A. Hill, Brian JM Quinn y Steven Davidoff Solomon[1], me permito relatarles lo que constituye la era moderna de las fusiones y adquisiciones a partir de la denominada Guerra del Ferrocarril de Erie (Erie War), ferrocarril que operaba en el noreste de los Estados Unidos (cuyo camino era en paralelo al Canal de Erie que conecta Búfalo con el río Hudson en Nueva York).

 

Después de la guerra civil de los Estados Unidos (1861 – 1865) y durante la denominada Gran Depresión del año 1873, la industria de los ferrocarriles experimentó un período de crecimiento explosivo y de muchos conflictos también. Los ferrocarriles eran la forma más rápida de desplazarse, y los caballos estaban pasando a un segundo plano. Por esas épocas, el estado federal de los Estados Unidos venía invirtiendo en ferrocarriles en el sur del país para reconstruir el parque ferroviario y hacia el oeste para abrir las fronteras. Se dice que el número de compañías de ferrocarril en ese momento era de miles. Simultáneamente y en parte para satisfacer las necesidades de estas nuevas organizaciones, un mercado nacional de capitales, centrado en la bolsa de Nueva York, comenzó a desarrollarse. Fue en este punto que comenzó el moderno mercado de fusiones y adquisiciones de los Estados Unidos, donde no había legislación profunda sobre el tema. En ese contexto, la lucha por el control del Ferrocarril de Erie marca el inicio (a partir de la aparición de diversas figuras relacionadas a las fusiones y adquisiciones, que fueron reguladas más adelante).

 

Cornelius Vanderbilt, empresario estadounidense y con respecto a quien se fundó en su honor la famosa universidad de investigación Vanderbilt University, adquirió el control del Ferrocarril de Nueva York y Harlem y del Ferrocarril de Nueva York y Hudson en el año 1862. Luego de aquellas adquisiciones que lo fortalecieron y algunas otras más durante los años siguientes, se hizo particularmente poderoso en dicho rubro a partir de su elección como presidente del directorio a finales del año 1867 del Ferrocarril Central de Nueva York. Para poner en contexto a los lectores, el Ferrocarril Central de Nueva York fue uno de los más importantes del siglo XIX en los Estados Unidos, al ser una consolidación de diez ferrocarriles que conectaban la Costa Este con el interior de los Estados Unidos. Vanderbilt tenía el control mayoritario en muchos de aquellos ferrocarriles y ello le permitió consolidar aquella participación en el Ferrocarril Central de New York.

 

Por otro lado, el Ferrocarril de Erie, era el principal competidor de Vanderbilt en el estado de New York. Éste estaba controlado por Daniel Drew, un antiguo ganadero y especulador bursátil que en años anteriores había sido el rival de Vanderbilt en la industria de los barcos de vapor. Drew contó con la ayuda de otros dos conocidos especuladores, Jim Fisk y Jay Gould, para desarrollar su negocio en la compañía. Los tres no tenían una buena reputación, por ello eran conocidos como la «Pandilla de Erie». Antes de la lucha por el control del Ferrocarril de Erie, Fisk y Gould ya habían ayudado a Drew a vender bonos del Ferrocarril de Erie por ocho veces su verdadero valor.

A continuación, pueden apreciar una caricatura de la época que describe la competencia que existía entre estas dos compañías[2]:

Vanderbilt deseaba expandir su negocio a través de la toma de control del Ferrocarril de Erie, el cual le parecía particularmente estratégico. Por ello, en 1868 empezó a comprar todas las acciones del Ferrocarril de Erie que pudo conseguir sigilosamente. Después de un largo proceso, Vanderbilt llegó a adquirir 100,000 acciones del Ferrocarril de Erie. Vanderbilt deseaba con su participación cambiar a los directores de la compañía. En ese contexto, y con la finalidad de evitar el control de Vanderbilt, la Pandilla de Erie respondió a esa compra mediante la emisión de más acciones. Al emitir acciones adicionales, la Pandilla de Erie diluyó la posición de Vanderbilt y así evitó la toma de control por este último.

 

Al sentirse timado por lo que consideraba una acción fraudulenta por parte de la pandilla, Vanderbilt obtuvo una orden de arresto contra ellos de su amigo el juez George Barnard. Sin embargo, la pandilla logró escapar de Manhattan en barco y se refugió en un hotel en Nueva Jersey. Además, la pandilla logró retirar caja por cerca de 7 millones de dólares del Ferrocarril de Erie, e imprimir algunas otras acciones del Ferrocarril de Erie sin aún emitirse. Tal como muchas veces se pretendía arreglar las cosas en esas épocas, Vanderbilt envió esbirros armados para atacar a la pandilla; sin embargo, ésta se defendió incluso con cañones fuera de su refugio en Nueva Jersey, logrando contener el ataque propiciado por Vanderbilt. La batalla se ganó finalmente no con las armas, sino a través de un soborno (no solo es un tema de nuestra época). La pandilla, con la ayuda del senador William Tweed y un soborno de medio millón de dólares, convenció a la legislatura de Nueva York para que promulgara una legislación que valide las acciones de la pandilla, dejándolos al mando y con el control del Ferrocarril de Erie.

A pesar de su victoria sobre Vanderbilt, los miembros de la pandilla sólo tuvieron un éxito efímero: Drew, ahora reemplazado en la cúpula del liderazgo del Ferrocarril de Erie por Gould, se dedicó a especular en forma no muy exitosa en Wall Street, donde finalmente se arruinó a propósito de la Gran Depresión de 1873 (quedándose solo con un abrigo de piel de foca como cuentan las lecturas). Fisk, el nuevo vicepresidente (conocido como el «Príncipe de Erie» por sus extravagancias), y de quien se dice que tenía una oficina de mármol dorada en la Casa de la Ópera de Pike (uno de los teatros más importantes de la época en el barrio de Chelsea) con un monto de alquiler de 75,000 dólares al mes, llegó a ser «almirante» de su propia línea de barcos de vapor y coronel del noveno regimiento de la Guardia Nacional de Nueva York. Sin embargo, su extravagante carrera terminó a principios de 1872, cuando fue fusilado por un rival por el afecto de su amante, Josie Mansfield. El Ferrocarril quedó en ruinas, y Gould pronto se llevó sus ganancias a otro lugar.

 

Existe una famosa caricatura de Thomas Nash que el New York Times describe para mostrar el fin de la Pandilla de Erie. La descripción señala –entre otras cosas– lo siguiente:

El 11 de marzo de 1872, la Pandilla de Erie se rompió y un nuevo directorio tomó el control del Ferrocarril de Erie, renunciando Gould formalmente como presidente del directorio al día siguiente. En el fondo de la caricatura, se aprecia que el nuevo directorio toma la forma de un tren entrante cuyo camino ha sido despejado por la justicia. El general John Dix (la locomotora) es el nuevo presidente; S. L. M. Barlow (segundo vagón), el nuevo consejero; William Watts Sherman (quinto vagón), el nuevo tesorero; y O. H. P. Arches (sexto vagón), que encabezó la toma de posesión, fue reelegido vicepresidente. H. M. Otis fue…secretario reelegido.

 

Debajo del Juez Barnard en la caricatura está David Dudley Field, abogado jefe de la Pandilla Erie y del senador Tweed. . . . A la izquierda de Field está su socio, Thomas G. Shearman, cuya parte superior de su cuerpo está oscurecida por el humo y el polvo del accidente. En 1873, Shearman dejó a Field para asociarse con John Sterling, y en 1875 asesoró a Gould en el intento de adquisición del Ferrocarril Union Pacific. Hoy en día, Shearman & Sterling es una prestigiosa firma de abogados internacional. . . . En la parte inferior de la foto aparece Jay Gould.”[3]

De este episodio que puede parecer anecdótico, nacieron muchas figuras que ahora tienen su propia regulación y son de mucha relevancia en el mundo de las fusiones y adquisiciones. Así, la decisión de adquirir la compañía competidora es conocida ahora como una integración horizontal. El deseo de adquirir la compañía en forma no muy amigable, intentar eliminar al actual directorio y además no intentar un acercamiento amigable con quienes controlan la empresa objetivo (target) es conocido como una adquisición de control hostil (hostile take-over), lo cual muchas veces deviene en una oferta de compra pública a todos los accionistas (tender offer). La decisión de la Pandilla de Erie de emitir más acciones para evitar el cambio de control es lo que se conoce como “poison pill” (lo cual cuando tiene por finalidad maximizar el valor de las acciones de la compañía es completamente válido). El deseo de tomar control de la compañía, volverse mayoritario, fusionarse con su compañía vinculada y después eliminar al minoritario pagándoles el precio por sus acciones es lo que se denomina “freeze-out merger”. Finalmente, y dato no menor, Shearman & Sterling es una reconocida firma con mucho énfasis en las fusiones y adquisiciones.

[1] Claire A. Hill, Brian JM Quinn, Steven Davidoff Solomon. “Mergers and Acquisitions (Law, Theory and Practice)”, Second Edition, American Casebook Series (West Academic Publishing).

[2] Foto recopilada de la página web de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. The great race for the Western stakes 1870, https://www.loc.gov/pictures/resource/pga.09040/

Imagen de cabecera: unsplash.com