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Fintechs: ¿la ansiada solución a la inclusión financiera?

Por Fernando Ruiz;

Columnista de la sección de “Innovación Financiera” en el área de Finanzas de The Key

1. Introducción

El crecimiento reciente del ecosistema fintech en el mundo ha generado una serie de oportunidades tanto en la democratización como en el crecimiento del sistema financiero. No solamente ha logrado incorporar nuevas opciones que generan competencia en el mercado, sino también apuntar de forma más específica y adaptada a nichos de mercado, lo que les permite solucionar mejor los problemas que afrontan.  Una de las cuestiones que más escuchamos, en ese sentido, dentro del ecosistema fintech peruano es como esto puede ser un game-changer para lograr la tan ansiada inclusión financiera en nuestro país.

2. Perspectiva del Banco Mundial

El Banco Mundial reconocía ya en el 2016 la importancia y potencialidad que tenía el creciente ecosistema fintech a nivel mundial para potenciar la inclusión financiera, identificando una serie de oportunidades como consecuencia del uso a escala de datos para customizar y hacer accesibles soluciones, la creciente cobertura y acceso a internet y smartphones en países emergentes, y el uso de scorings alternativos en el mapeo de riesgos. Adicionalmente, dentro de su iniciativa UFA2020 (Universal Financial Access by 2020), señala que para lograr el acceso universal y uso frecuente de cuentas financieras digitales se necesita trabajar en dos ejes: los cimientos y los catalizadores (Banco Mundial, 2018).

 

Cada uno de estos tiene una serie de pilares:

  • Cimientos:
    1. Infraestructura financiera y tecnológica
    2. Marco legal y regulatorio
    3. Compromisos de y entre el sector público y privado
  • Catalizadores:
    1. Diseño adecuado del producto, ya sea de cuentas o medio de pago
    2. Tener puntos de acceso fácilmente disponibles
    3. Educación financiera
    4. Apuntar a sectores de alta recurrencia y flujo transaccional

3. Situación actual de la inclusión financiera en el Perú

Sin embargo, creo que es válido preguntarnos si el crecimiento del sector fintech traerá como consecuencia un incremento en la inclusión financiera. Y la respuesta a esto, como diría cualquier economista que se respeta, es el tantas veces repetido y al mismo tiempo odiado: depende. Depende principalmente de la existencia de una etapa de diagnóstico adecuada y precisa del problema a solucionar, de sus orígenes y su magnitud; y la incorporación de estas en el diseño de la solución.

 

Es importante, en este sentido, entender el contexto dentro del cual nos desarrollamos. Según información de IPSOS (2020), en el 2020 solo el 51% del Perú urbano se encontraba bancarizado, siendo la mayoría de estos poseedores de una cuenta de ahorros (71%). Asimismo, dicha encuesta muestra también la existencia de una brecha importante entre la bancarización y el uso de canales digitales: solo el 57% de los usuarios bancarizados utilizaban banca móvil, 52% banca por internet y 44% apps de transferencia de dinero. La divergencia de estos indicadores, a pesar de que según datos de ASBANC la adopción de estos canales subió durante la pandemia, sugiere que podríamos estar frente a dos problemas distintos con causas distintas, cuya intersección no es perfecta: potenciar la inclusión financiera y cerrar la brecha de adopción digital (La Cámara, 2020).

 

Por otro lado, en el 2016 la SBS publicó la Encuesta Nacional de Demanda de Servicios Financieros y Nivel de Cultura Financiera en el Perú, la cual si bien es data con 5 años de antigüedad nos puede dar algunas luces sobre cuál es la situación real del consumidor y sus motivaciones. Por ejemplo, la encuesta muestra que entre aquellos usuarios que no tienen una cuenta en el sistema financiero, las principales razones para no tenerla es que no ven ninguna ventaja en hacerlo (19%), por desconocimiento (16%), por falta de ingresos (13%) o desconfianza (7%); mientras que solo el 6% menciona un problema de acceso físico a una entidad bancaria (principalmente rural) y el 16% cita razones asociadas a costo o rendimiento. La principal alternativa en estos casos es ahorrar en casa: 74% de aquellos sin cuenta de ahorro mencionan haberlo hecho.

 

En lo relacionado a acceso a productos crediticios existen también insights interesantes. Si bien es cierto que el acceso a un crédito tiene más restricciones como consecuencia de evaluaciones crediticias, no deja de llamar la atención que el 43% del país menciona que no solicita un crédito porque no lo necesita, siendo esta incluso la respuesta prevalente en sectores socioeconómicos más bajos. En total, el 24% menciona restricciones asociadas a su nivel de ingresos o calificación crediticia, y solo un 3% cita la distancia a la entidad financiera.

4. Las fintechs como camino para la inclusión financiera

Sobre la base de los datos presentados anteriormente, hay dos preguntas que me llaman la atención. La primera es: ¿Cuántas de esas razones tienen una solución directa a través de la digitalización?; y la segunda es: ¿Qué esconden o reflejan esos “no veo ninguna ventaja en hacerlo” y “no necesito un crédito”?

 

Con respecto a la primera, en mi opinión la respuesta es: pocas.

 

La segunda pregunta, sin embargo, presenta un escenario mucho más interesante para analizar porque abre la puerta a entender el razonamiento detrás de las respuestas, los estilos de vida y las costumbres de los distintos sectores de la población que no participan del sistema financiero. Es difícil de creer que en un país tan desigual como el Perú el 43% de la población no mejoraría su situación, desde un punto de vista puramente financiero, accediendo a un crédito. Pero necesitamos ir un paso más allá: debemos analizar y entender los esquemas de incentivos que afronta cada segmento de la población y los beneficios y costos totales (no solo monetarios) que debe ponderar al tomar su decisión. Descifrar si el “no necesito” y “no veo ninguna ventaja en hacerlo” son razones puramente financieras o no. Entender como encaja el producto en su día a día y si el beneficio monetario que potencialmente le genera le es suficiente en la ponderación propia y subjetiva de su bienestar total sobre la base de la información con la que cuenta. Es aquí donde, creo, se encuentra la clave del asunto.

 

Esto da pie a una última pregunta: Si las razones de no adopción no son necesariamente tecnológicas y además existe una brecha entre la digitalización y bancarización, ¿son realmente tecnología y la digitalización entonces herramientas válidas para potenciar la inclusión financiera? La respuesta, desde mi punto de vista, es que sí y que además son medios muy potentes para lograrlo. Esto siempre y cuando se utilicen como eso: medios para solucionar las causas reales del problema, previamente identificadas, volviéndose clave la etapa de diagnóstico. En este caso, es imperativo que entendamos que la digitalización y sofisticación tecnológica no son fines en sí mismos: la digitalización en sí misma no va a solucionar el problema de inclusión financiera.

5. Conclusión

Pensar que el que algo sea digital y más práctico en su uso hará que por default solucione un problema es quedarnos en un nivel de pensamiento muy básico que omite la complejidad de la realidad y que, en mi opinión, está condenado al fracaso. Es resignarnos voluntariamente a no entender a nuestro usuario en toda su complejidad e incentivos sobre la base de los cuales toma decisiones. Es crear un nuevo análisis igual de erróneo que cuando asumimos que todos somos agentes racionales tomando decisiones, que en ese proceso solo interesa el precio, y que el ceteris paribus siempre se cumple. Así, si no entendemos el origen real del problema de inclusión financiera, el sector fintech corre el riesgo de terminar compitiendo solamente sobre el mercado ya existente.

 

Realidades complejas exigen soluciones complejas, no necesariamente en su implementación y estructuración tecnológica, pero sí en su evaluación previa, diseño y estructuración de incentivos para garantizar su adopción. Nuestro reto como ecosistema fintech es encontrar formas innovadoras de abordar esto último utilizando la tecnología y no pensar que la digitalización por sí misma será una bala de plata frente a los retos de que enfrentamos. Solo de esta forma podremos, efectivamente, ser un canal para potenciar la inclusión financiera en el país.

 

La solución a un problema siempre podrá ser ayudada y potenciada por la tecnología, pero nunca olvidemos que este y sus raíces casi siempre siguen, y seguirán siendo, en el fondo, humanos.

Bibliografía

1. Banco Mundial. (2016). FinTech and Financial Inclusion. Recuperado de http://pubdocs.worldbank.org/en/877721478111918039/breakout-DigiFinance-McConaghy-Fintech.pdf

 

2. Banco Mundial. (2016). G20 High-Level Principles for Digital Financial Inclusion. Recuperado de http://www.g20.utoronto.ca/2016/high-level-principles-for-digital-financial-inclusion.pdf

 

3. Banco Mundial. (2018). UFA2020 Overview: Universal Financial Access by 2020. Recuperado de https://www.worldbank.org/en/topic/financialinclusion/brief/achieving-universal-financial-access-by-2020

 

4. (2020). Bancarización del peruano 2020. Recuperado de https://www.ipsos.com/es-pe/bancarizacion-del-peruano-2020

 

5. La Cámara. (2020). Se acelera la digitalización de la banca peruana. Recuperado de https://lacamara.pe/se-acelera-la-digitalizacion-de-la-banca-peruana/

 

6. Superintendencia de Banca, Seguros y AFP del Perú (SBS). (2016). Encuesta Nacional de Demanda de Servicios Financieros y Nivel de Cultura Financiera en el Perú. Recuperado de https://www.sbs.gob.pe/Portals/0/jer/ESTUDIOS-SOBRE-INCLUSI%C3%93N-FINANCIERA/Informe-de-Resultados.pdf

Imagen de cabecera: unsplash.com